Lo estrafalario. Lo concreto. Lo ambiguo. Lo formal. Lo perenne. Lo escencial.
Todo se trata de unir el fuego y el agua con puntos auténticos, naturales, inocuos.
De pronto abruma la claridad, inquietante. Todo vuelve a su equilibrio, recobro la vista, recupero la sensibilidad.
Y ahi está. Eso que siempre estuvo y nuca se dejó ver...
La felicidad.
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